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Longevidad

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+Recuperación

+Empaquetar el Espíritu

Independientemente de nuestra actitud hacia la vida, tarde o temprano nos enfrentamos a la cuestión de hasta qué grado nuestro espíritu está listo para partir y cómo prepararnos más eficazmente posible para esto. Y a veces, en el caso de tener presente una enfermedad grave, esta pregunta es crucial, porque la posibilidad de renacer y la existencia misma depende de cómo se agrupa nuestro espíritu.

El concepto del “espíritu humano” nació junto con la comprensión de la naturaleza humana, cuando el hombre prestó atención a su alma, introduciendo un principio consciente y comenzó a comprender sus acciones en relación con ella.

El concepto del espíritu humano apareció como tal durante los tiempos del Egipto Antiguo, mejor dicho, durante el período del Imperio Nuevo. En esta época se planteó la cuestión de qué es aquello que se podía generar o trabajar con relación a su naturaleza – el alma Ka (según la cosmogonía del Antiguo Egipto). La base de eso fueron los cambios espaciales que influyeron en la naturaleza del movimiento del alma.

Esta idea predeterminaba la vida de la gente en la antigüedad, cuando el concepto de la muerte no existía incluso en caso de perder el cuerpo físico. La idea del viaje del alma humana consistía en el aumento de las características energéticas de frecuencia, la transición de un Nomo a otro más alto. O sea, hubo como un laboratorio natural de transformación y la salida del alma a un nivel más alto.

La muerte apareció en las condiciones cuando el alma del hombre comenzó a perder fuerza o éste nació sin fuerza. Esto le privó del “viaje”, es decir, empezó a adquirir la muerte. Se necesitaba algo que nutriera o recompensara la debilidad del alma. De esa forma comenzó a formarse un nuevo concepto del alma y el espíritu, que antes se percibían como una estructura única.

El desarrollo del concepto del espíritu o alma Ba, lleva sus raíces desde la época del Reino Nuevo. En las nuevas condiciones los egipcios comenzaron a estudiar el tema del fortalecimiento del alma y la posibilidad de perfeccionar y armonizar el proceso de su posterior transformación. Surgió el concepto de los tres caminos de vida para el alma humana:

Conservación y liberación de Ka fuerte (concepto inicial)

Fortalecimiento de Ka a través de la formación del alma de Ba

Reemplazo de Ba por Ka, si el alma Ka se debilitó y perdió sus cualidades.

Al mismo tiempo con esto surgió el concepto de la dualidad que antes no existía. Este concepto existe hasta hoy en día. Sin embargo, en la actualidad el alma humana se ha vuelto aún más débil. La razón de esto es la pérdida de conexión de la persona con su propia alma y la pérdida de la habilidad de prepararse para la llegada o la generación del alma. Y en las condiciones en las que se nivela el proceso de interacción del hombre con su alma o espíritu, el tema de cultivarlo es más actual que nunca. A fin de cuentas, si no hacemos nada con respecto a nuestra alma, la mortificamos.

Si aceptamos la importancia de este tema y buscamos influir en los procesos producidos, es principal comprender qué es lo que hay que hacer. Todo comienza con la aceptación que conduce a la interacción y luego al desarrollo del espíritu. Es importante evitar la posibilidad misma de caer en un estado donde pensamos que los días de nuestra vida están contados, tenemos tiempo, etc. Ésta es una de las cualidades que dañan el espíritu. Y el cultivo del espíritu se forma a base de tres factores de existencia:

Nacimiento. Dependencia de las condiciones prenatales.

Proceso de vida. Activación de la influencia de las condiciones posnatales.

Preparación para la transición, la ida. Proceso de empaquetar el espíritu.

Para empaquetar el espíritu, es principal el factor de liberación del espíritu de aquello que lo daña. Es como un lastre que no permite al alma hacer la transición libre y natural. Para esto, hay que comprender su naturaleza y también las condiciones necesarias para empaquetar el espíritu. Y, sobre todo, es necesario aclararse el tema de la nutrición, cambiando el énfasis en alimentarse de algo que es mortal a de algo que sigue vivo. La influencia del espíritu sobre el alma humana se lleva a cabo mediante la nutrición mental, que consta de varios factores: nutrición con alimentos, con la respiración, con el movimiento y la actividad, incluida la vivencia de determinada calidad. En este contexto, lo importante es el estado de la conciencia de la persona y con qué está sintonizada. Las vivencias negativas cambian nuestro cerebro a la mortificación del espíritu, mientras que la sintonía con estados armoniosos se convierte en una herramienta para la conservación del espíritu.

También es extremadamente importante en qué estado se encuentra nuestro cuerpo. En cuando a la nutrición, si estamos orientados principalmente a los intereses de la naturaleza mortal, entonces los recursos de nuestra alma se debilitan. Muy a menudo, las alteraciones en el cuerpo están asociadas con la respiración débil y superficial, que oxida el cuerpo, así como con una reducción de la frecuencia de la sangre debido a la influencia de alimentos con una frecuencia energética baja. La transición a la alimentación del cuerpo con productos de alta frecuencia permite reducir los procesos destructivos en el cuerpo y perfeccionar los procesos de cristalización.

Hablando del tema del perfeccionamiento de nuestra naturaleza, es importante aceptar la idea de la espiritualidad del alma. En el Antiguo Egipto este proceso se asoció con la obtención de un nombre espiritual, que corresponde al concepto del cuerpo espiritual Ren, que, según su cosmogonía, ayuda a desarrollar la naturaleza del alma Ka y el espíritu Ba.

El espíritu siempre necesita el desarrollo de una existencia intemporal y no temporal. Esta es la vivencia más importante que conoce el alma espiritualizada. La espiritualidad no tiene límite, el espíritu y el alma son intemporales en su manifestación. El cuerpo que se alimenta según como lo pide el alma también recibe un significado espiritualizado y se llama Sakh: un cuerpo material, la parte visible de una persona, pero en el que existen condiciones de existencia no sometidas a la descomposición. De hecho, esto nos lleva a la tarea de empaquetar el espíritu, es decir, según el concepto del antiguo Egipto, a la fusión del alma Ka y el espíritu Ba, a la recepción de una nueva forma del alma, el Aj.

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