Punto de partida

La Alquimia egipcia es el punto de partida en el proceso de aprendizaje de la ciencia alquímica. Prepresentaba las condiciones para la transformación y la superación de la influencia de Apofis — la imposibilidad de la manifestación de la luz (la fuerza Ra).

Es decir, la alquimia representó inicialmente un esfuerzo encaminado a superar los obstáculos para el desarrollo de los “individuos” (proto-personas) y a eliminar todo lo que impedía la manifestación de la luz. También se convirtió en una condición para mantener la luz. Detrás de todo esto está la fuerza Jepri, capaz de manifestar una conciencia superior (Neb-er-tcher), con la que los Atlantes interactuaron directamente antes del momento de la “condensación” del espacio, que formó la Tierra a partir de la esencia de Nun.

De hecho, Jerpi es una manifestación de los 12 tipos de conciencia que representaban las fuerzas llamadas como dioses egipcios. Entre ellos el propio Jerpi ocupó el lugar del dios que representa el sistema operativo de la Alquimia Egipcia. En la comprensión de Jerpi como fuerza y ​​como proceso, se establece la fase cero, el punto de partida en el conocimiento de la Alquimia.

Después de la existencia de los Atlantes surgió la necesidad de un sistema operativo diferente, y el cerebro llegó a cumplir con este papel. La Alquimia Egipcia da la posibilidad misma de existencia y desarrollo conscientes, la materialización de las condiciones que crearon la conciencia. Osiris se convirtió en el símbolo de la formación de la Conciencia Alquímica, pero su manejo fue asignado a Isis, quien encarnó el orden y las leyes de Maat.

De esa manera, la Alquimia Egipcia personifica el orden, las leyes y la disciplina, todo lo que nos eleva por encima del caos. Es algo capaz de contener tanto el proceso de transformación como la luminosidad (Khay) necesaria para la conexión con la conciencia superior, con Horus y Thot. Además, la Alquimia es el proceso de formación de luminosidad.

Vale la pena decir que la formación de la antigua civilización egipcia en sí misma fue un proceso alquímico. La conciencia del macrocosmos representada por el poder de Jerpi, formó un punto de luminosidad, que se conoce como Heliópolis (Iunu), donde comenzó a materializarse la civilización egipcia.

Al principio, la luz fue producida por Shu y Tefnut, quienes formaron el Cielo Inferior (conocido como la Tierra en la persona de Heb) y el Cielo Superior (Nut, o la Tierra Superior). Y no se trata de un macrocosmos, sino de los límites dentro de los cuales se hizo posible la creación. Y las primeras fuerzas creativas fueron Horus, Seth e Isis.

Horus representaba a Osiris y Neftis, o los cinco esfuerzos de la conciencia (donde la conciencia misma era completa y el resto era algo así como subconsciencia). Al mismo tiempo, también tenemos una división quíntuple de la conciencia, la que formó la división quíntuple de la alquimia. Cada tipo de conciencia se correlacionó con la forma del alma, es decir, se espiritualizó.