La conexión con el útero cósmico

La naturaleza del nacimiento humano afecta a un plano metafísico e incluso cosmogónico especial, en el que intervienen fuerzas terrenales y celestiales. La capacidad de sintonizar el espíritu antes y después del nacimiento es una tarea extremadamente importante de la existencia humana.

Especialmente importante es la conexión con el plano celestial, que requiere una resonancia especial con la naturaleza personal del hombre y depende tanto de la preparación mental de la madre en el momento de la concepción, durante el periodo de gestación y durante el parto, como del hombre mismo en la fase de construcción postnatal del espíritu. En otras palabras, el proceso de formación del espíritu tiene dos condiciones: prenatal y postnatal, lo que es importante tener en cuenta desde la posición del desarrollo de la naturaleza humana y especialmente de su plano espiritual.

Todo ser humano es un egrégor. Además, entra en contacto con el tótem del lugar y con los grupos egrégores (sociales, religiosos) que le rodean. Y la realización de las capacidades de una persona depende de cómo se produzca la sintonización prenatal.

La sintonización de la naturaleza prenatal depende tanto de la propia persona y de su código de personalidad, como de los padres, para lo cual es muy importante la preparación mental de la mujer y la sintonización energética de su útero. Y es muy importante que el espacio sea propicio para esta sintonización. Así pues, el eslabón principal es la mujer que concibe y lleva el feto. Pero un componente no menos importante de la sintonización es el esfuerzo consciente del nacido, que participa ya en la construcción postnatal y, si se quiere, en el gestación de sí mismo.