Poder y apoyo del dinero
El poder y el apoyo del dinero es un concepto que determina el proceso de nuestra influencia en el dinero y la suya en nosotros. Es un proceso de formación o pérdida del recurso mental, que predetermina valores reales para una persona. El poder y el apoyo del dinero no es solo una fórmula para el sustento vital de nuestros recursos físicos y mentales, sino de la capacidad de desarrollar, crecer e implementar el principio del crecimiento, que tiene en sí un valor particular.
El poder del dinero es un estado energético especial asociado con su propia naturaleza de comportamiento. Es su principio femenino que está determinado por la energía del dinero. El dinero siempre implica cierta actitud expresada o como una reacción, o como interacción. Al mismo tiempo, es importante comprender que el dinero no tiene en cuenta la inercia del proceso del volumen energético y no forma parte de los procesos de alta frecuencia. Es importante considerar esto para no caer en procesos de baja frecuencia. La habilidad de interactuar con el dinero, comprender su poder y apoyo, no está dirigida tanto a la capacidad de mejorar nuestra naturaleza como a la capacidad de no empeorarla.
La necesidad de dinero no consiste en su presencia, sino en dónde y en qué invertimos su energía. Es decir, el grado de espiritualidad de la interacción con el dinero o el grado de uso de nuestro espíritu por dinero. Esto forma nuestro apoyo con relación al dinero o el apoyo del dinero con relación a nosotros. Es la base de nuestra actitud hacia el dinero y la capitalización del poder, en primer lugar, sobre nosotros mismos.
Sin desarrollar la actitud hacia el dinero, no podemos formar los principios por los cuales nos guiamos, reemplazándolos en el mejor de los casos por unas declaraciones triviales. Sin principios no podremos conocer la disciplina, y sin disciplina, la armonización. Y aunque estos temas del ritual Shang Di no se resuelven en esta etapa, es importante resumirlos.
Nos guste o no, el concepto de dinero siempre tiene relación con el concepto de servicio o servidumbre. Por lo tanto, el dinero se convierte en lo que nos da forma o en lo que nos destruye. Al convertirse en emoción, el dinero nos domina y, nos guste o no, nos convertimos en rehenes del poder del dinero. Sin conocer este poder, lo obedeceremos en mayor o menor medida, dependiendo de las razones que lo acompañan, asociadas principalmente con la educación.
Considerando el poder sobre la acción o el poder sobre nosotros, en realidad nos enfrentamos constantemente con la naturaleza de nuestra venalidad personal, que corregimos para no aumentar la opresión del espíritu, o agravamos (o, digamos, el espacio inferior “nos ha comprado”).
El poder y el apoyo se basan en dos condiciones: la primera es la de la construcción, la segunda es la de la pérdida. En términos de poder y apoyo, el ritual Shang Di llama la atención sobre el principio energético asociado con la capacidad de atraerlo, saturarse, llenarse y “vestirse” del mismo. La presencia de esto no significa la capacidad real de tener o usarlo, pero es una condición para el desarrollo de una actitud hacia la plenitud. Si la deficiencia se desarrolla en nosotros, entonces comenzamos a depender de la acumulación, y no de la cultivación, donde los procesos físicos y temporales reemplazan fácilmente a los energéticos y los intemporales. Y luego, el deseo de tener a menudo es sustituido por el concepto de la responsabilidad por esta posesión. Es importante tener en cuenta que el consentimiento y la cuestión de preservar la naturaleza humana a menudo se contraponen.
El dinero para la energía humana es un tema íntimo, ya que se trata de una higiene espiritual externa e interna. Este no es un principio externo, sino interno, de nuestro “cuidado”. De hecho, la presencia del dinero está condicionada por la capacidad de “vestirnos” de la energía como de un aroma.
Pero para una mujer el dinero generalmente tiene propiedades tangibles especiales de vivencia, que a menudo se manifiestan a través de estados de afecto causados por la condición o la incapacidad de tener algo. Y a veces se convierte en una situación que se puede llamar “falta, aunque haya”.