Naturaleza de la perfección
De nacimiento cada persona tiene inherente la naturaleza de la perfección. Es la conciencia que representa el Egrégor de la perfección. En cada tradición espiritual hay un Egrégor, o Campo de energía, que emite ondas de luz de determinada frecuencia. Este Egrégor expresa la naturaleza de la Conciencia superior, que se proyecta en la naturaleza de la persona concreta. La búsqueda de esta conexión es el perfeccionamiento.
Al seguir cierta tradición y estar conscientemente involucrados en cierta práctica, de alguna manera nos conectamos con el Campo de la conciencia superior, su luminosidad. Eso significa aceptar, reflexionar y manifestar la esencia de la tradición de la perfección. El perfeccionamiento es la superior calidad y tradición, de la existencia humana. La naturaleza de la perfección es suprema y podemos percibir conscientemente su luz en el nivel más alto de nuestro desarrollo y estado.
Nuestro microcosmos representa doce tipos de luminosidad, que se dividen según el tiempo y los principios intemporales. Se diferencian en los enlaces moleculares que se caracterizan por cierta luminosidad, el ángulo de torsión de la energía o la posición de la onda de luz.
Desde los tiempos más remotos, la conciencia se ha dividido en Egrégores inferiores (tótems) y superiores (Nomos celestiales, que en la antigüedad resonaban con la conciencia de las personas y con el tiempo se convirtieron en objeto y tarea de perfeccionamiento).
Cada naturaleza de la perfección es un Egrégor que posee su propia onda, tensión y profundidad de penetración, que forma una fuerza de brillo diferente. Los Egrégores totémicos de la conciencia son más débiles, aunque por un tiempo se sientan mejor y sean más activos. Envían ondas en medios sólidos, líquidos y gaseosos, que luego se descomponen gradualmente. Mientras que los Nomos celestiales hacen lo contrario, transforman cada onda, formando fuerza en su interior. Cuando las ondas totémicas y nominales interactúan, forman Egrégores de transición, donde los planos de la tierra y el cielo se entrelazan. A base de esto se forman las tradiciones, siendo las condiciones para la interacción, la asimilación y la dirección en el uso.
Desde el punto de vista de la luz, la naturaleza del perfeccionamiento es la iluminación, cuando la energía se transmite a través de una onda y se forma una conciencia luminosa. La práctica verdadera junto con la ayuda de nuestra conciencia, crean el mismo flujo direccional de partículas, que es capaz de emitir luz. La capacidad de percibir esta luz dentro de nosotros nos da una comprensión racional de lo irracional, es decir, sale de los límites de la física temporal, y entonces el espacio superior puede reflejarse en nosotros y luego nosotros reflejamos el Reino Superior.
De esa manera, el espacio de la perfección es un volumen que podemos comprender sólo en el proceso de desarrollo y la capacidad de interactuar con el mismo. La interacción con la naturaleza de la perfección, por así decirlo, la conciencia de la perfección, en el nivel de la luz, es la forma más elevada de comunicación molecular accesible a nosotros en el tiempo y el espacio.
Y aunque en la naturaleza de la temporalidad es difícil lograr la perfección absoluta, podemos enfocarnos en el proceso de su cultivo, devenir, lo que nos permite formar fuerza adicional e interactuar con los Campos superiores. O al menos nos permite aceptar que es posible tal interacción, y la base de este contacto es nuestra luminosidad, nuestra Luz Interior.
19 octubre 2021