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Invertir en el espacio

Invertir en el espacio

La riqueza es un concepto espacial. No viene de ninguna parte ni va a ninguna parte. Es un fenómeno volumétrico con su contenido, que se define como espiritualidad. Sólo el hecho de conocer la espiritualidad de lo disponible puede relacionarse con el concepto de riqueza.

La riqueza no puede pertenecer al hombre, tiene una vida independiente, digamos, incluso una vida sagrada. Una persona que tiene acceso a la riqueza es elegida como un gerente en el que se confía para operar una determinada fuente de energía. Esta fuente tiene una percepción espacial y se caracteriza por la operación espacial. La riqueza es como las entrañas de la Tierra, en la que deben crecer los árboles, perfumarse las flores y formarse los jardines.

Cualquier logro depende tanto de la comprensión como de la toma de decisiones. Y en este caso, es importante establecer una actitud hacia la naturaleza de la inversión como un modelo de múltiples vías. Sólo en un cierto nivel de experiencia fija (que involucra tanto lo racional como lo irracional) se logra la posibilidad de acumulación cuando se produce una secuencia, en lugar de un paralelismo de acciones.

Sin percibir el significado de la riqueza como un tipo de geometría, es imposible entrar en un proceso de movimiento que se limitará a nuestras funciones de comportamiento, es decir, lineales. Somos parte del espacio y aquí hay que empezar invirtiendo en nosotros mismos. Esto significa expandirse a un significado espacial. Es importante abordar cuestiones como el bienestar, la estabilidad, la oportunidad y la libertad interna no como una reacción a las palabras, sino como una función.

Sólo después de haber alcanzado la resonancia con lo que definimos como riqueza, conocemos la energía de la riqueza y, lo más importante, comenzamos a basarnos en la causa en lugar de ser una consecuencia. Todo esto forma un tipo particular de tactilidad que debe desempeñar el papel de soporte en todo lo que definimos como riqueza. Este proceso combina la intuición y la concentración y, en consecuencia, profundiza nuestra comprensión del espacio.

Gleb Du (Oleg Cherne)

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