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Cinco granos de la alquimia

Cinco granos de la alquimia

Los cinco granos de la alquimia son elementos de la filosofía natural: la condición de la transformación y el centro de control. La determinación de la importancia del elemento que predomina sobre los elementos en la tradición taoísta es el conocimiento del vacío consciente. En la alquimia Europea, esta cualidad se llama apeirón (ππειρον, Griego.), que significa vacío, infinito, pero que tiene un principio, o conciencia perfecta.

Todas las transformaciones surgen por la asignación de la dirección, y estas son las cualidades del proceso alquímico. Sin la orientación y la capacidad de apoyarse en el límite, surgen exclusiones mutuas que se confunden con los opuestos. Las exclusiones mutuas son complementariedades, la base de todas las cosas.

Apeirón, también conocido como concentración, es el valor de la matriz para todos los elementos, para los cinco granos, incluida la conciencia, que en este caso es un Árbol. Pero al comienzo de la formación de la alquimia, era un Metal, es decir, un hecho inherente a la naturaleza. Con el tiempo, la conciencia se volvió dual y tuvo que ser cultivada para dominar el arte alquímico.

El concepto de apeirón se convirtió en una de las primeras definiciones de la concentración como un esfuerzo capaz de formar materia, y un indicador especial aquí es la discreción de la concentración. Es decir, la concentración puede irradiar y absorber energía de acuerdo con un esfuerzo dado, los cuánticos. No puede moverse incontrolablemente, solo puede moverse de acuerdo con una órbita dada, lo que le permite amplificarse, es decir, conducirla a la zona de aplicación y no irradiar energía incontrolablemente. Al cambiar la órbita, la direccionalidad, no cambiamos el nivel cuantitativo, sino el nivel cualitativo de concentración. Sin tener en cuenta lo dicho, desarrollamos, por divisibilidad de la concentración, una dependencia de una extensión indeterminada.

Aire, Agua, Tierra y Fuego son una combinación de la relación de tensiones.

  • La base primaria del Agua es un tipo de tensión, natural.
  • El Aire es la condición de creación del esfuerzo sin forma.
  • El Fuego es el logos, la condición de la creación, la adquisición de la forma.
  • La Tierra es la cualidad manifiesta de la forma.

Al empezar a conocer la alquimia, nos repele lo divisible, y es importante que nos repela lo indivisible. Es decir, primero debemos comprender la naturaleza de las cosas como temporal e intemporal.

La tarea principal aquí es reconocer cómo un elemento puede transformarse en otro, lo que nos da la capacidad de dirigir el proceso. Esto puede ocurrir a través del logos, un esfuerzo consciente, o debido a procesos espaciales naturales, en nuestro caso temporales.

Para no caer en los procesos temporales convencionales, es importante que recurramos a tipos de energías específicas y no formales, que se manifiestan sobre todo en el sistema de los cinco granos de la alquimia taoísta:

  • Qi-Jing – Aire
  • Jing-Qi – Tierra
  • Jing-Jing – Agua
  • Jing-Shen – Fuego
  • Shen-Qi – Apeiron

También es importante lograr la comunicación desde el logos shen jing. En otras palabras, la transmutación de la materia depende del arte de conocer y luego controlar la direccionalidad que permite una espiral de cambio. La falta de rotación conduce a la extinción, y la función básica de la alquimia, la mezcla de Tierra y Agua, es difícil de realizar.

Por otra parte, el proceso de la alquimia se caracteriza por la producción de metales de plata u oro que no están sujetos a la descomposición, es decir, al cambio de forma inicial.

CHOM (Oleg Cherne)

Canal “Alquimia”