No existe el retraso en el encuentro con Dios
Desde la antigüedad, la influencia suprema sobre la Tierra y sobre las personas se correlacionaba con el factor de luminosidad y las características de frecuencia de los objetos macrocósmicos, que tanto mental como táctilmente resonaban con las civilizaciones antiguas.
Así, Sirio y Orión simbolizan en la cosmología egipcia un eje especial, cuya resonancia otorga el patrocinio de los dioses y abre un camino para el alma después de la muerte. Según la tradición, las estrellas no son sólo puntos de referencia en el cielo, sino símbolos mágicos, fuentes de poder, que conectan lo temporal con lo intemporal.
Orión y Sirio se convirtieron en símbolos perfectos de eternidad, renacimiento e inmortalidad y se identificaron con el estado modal de Osiris e Isis, lo que refleja el grado y la calidad de la transformación expresada en las imágenes de estas dos deidades. En la antigua tradición egipcia, las estrellas Orión y Sirio tenían un significado especial asociado a un cierto tipo de espacio, orientado por la aspiración del alma humana. Estos objetos celestes desempeñaban un papel clave en las nociones de la vida eterna y el más allá.
La constelación de Orión, una de las más brillantes del cielo nocturno, se identifica en la mitología egipcia con un determinado estado de Osiris, cuya transformación se corresponde con una parte del orden cósmico eterno, al que se dirigen las tareas de la alquimia egipcia.
Muchas pirámides, incluida la Gran Pirámide de Giza, se convirtieron en laboratorios de Osiris, potenciando el proceso de transformación del alma, que se entiende como la capacidad de «seguir» a Orión y encontrar el propio camino hacia Osiris, o la inmortalidad. Los textos y hechizos encontrados en las pirámides se refieren a menudo a Orión indicando el camino que seguía el alma para alcanzar la inmortalidad.
Otra estrella, Sirio, está asociada a la diosa Isis, consorte de Osiris y madre de Horus. Su poder conlleva la protección y la fuerza mágica necesarias para lograr la transformación. La imagen de Sirio se ha convertido en un símbolo de conexión y comunicación con otros espacios, un símbolo de renovación y transformación. Orión (Osiris) y Sirio (Isis) eran la puerta que conducía a las almas a la vida eterna.
Osiris e Isis simbolizan el ciclo de transformación, reflejando el proceso alquímico en el que la materia pasa por etapas de purificación, desintegración y reunificación en su camino hacia la perfección. Orión y Sirio, como símbolos estelares en el cielo, también representaban el proceso de transformación en el plano celeste.
Orión y Sirio son los guardianes del orden cósmico de Maat, que en términos alquímicos simboliza la armonía y la verdad última que mantiene el equilibrio en el mundo. Estas estrellas establecen la armonía encarnando las leyes universales. Uno de los principios clave de la alquimia es combinar las fuerzas del macrocosmos (el universo) y el microcosmos (el hombre).
Osiris e Isis en la mitología egipcia no son sólo deidades, sino la imagen de un proceso de profunda transformación de lo físico y lo espiritual. Son figuras centrales de la antigua mitología egipcia cuya relación tiene un profundo significado simbólico. En la alquimia, el simbolismo de Osiris e Isis se utiliza a menudo, ya que su relación y transformación simbolizan el proceso alquímico. En la tradición egipcia, estas dos deidades se consideran fuentes de un poderoso poder mágico, y sus mitos y acciones son la base de rituales mágicos, conjuros y prácticas alquímicas.
Según la leyenda, Isis, la diosa de la magia y la alquimia, era la esposa y hermana de Osiris, el dios de la vida y del reino de los muertos. Cuando su hermano Seth, dios del caos y la destrucción, mató a Osiris, Isis buscó su cuerpo para restaurarlo. Tras encontrarlo y utilizar la magia para resucitarlo, Osiris se convirtió en el soberano del mundo de los inmortales. El mito de la muerte, pérdida, búsqueda y resurrección de Osiris es una alegoría del ciclo de transformación alquímica.
El mito del asesinato de Osiris por Seth y su resurrección por Isis simboliza el proceso de transformación alquímica, la transformación de lo impuro en puro, de lo inferior en superior, de la muerte en renacimiento. Este mito consta de muchos niveles, que reflejan las diferentes etapas de la transformación alquímica.
El acto mágico de resurrección y reencarnación de Osiris se corresponde con el concepto alquímico de la Gran Obra, donde la muerte de un estado de la sustancia es la preparación para su renacimiento en una calidad superior. La alquimia egipcia distingue varias etapas del proceso de transformación, cada una de las cuales se corresponde con el mito sobre Osiris e Isis.
- Aniquilación. Muerte de Osiris. El proceso de desintegración de la materia en la alquimia.
- Purificación. Búsqueda del cuerpo de Osiris por Isis. Purificación de la sustancia básica antes de la transformación.
- Renovación. La resurrección de Osiris. Transformación de la sustancia en un estado superior (se correlaciona con la imagen del oro o la piedra filosofal).
- Transformación. El poder de Isis. El arte alquímico mediante el cual se realiza la transición de un estado a otro.
La fase inicial de la leyenda narra la muerte de Osiris. En alquimia, se correlaciona con el proceso de destrucción, desintegración o disolución de la forma antigua de una sustancia, que luego se recrea o renace en una forma nueva y pura, como el oro o la piedra filosofal. En alquimia, se relaciona con el concepto de «etapa negra», en la que la materia sufre una destrucción que le permite liberarse de impurezas y da lugar a una transformación posterior.
La etapa nigredo en la obra alquímica es una etapa importante en la que se destruye la sustancia original (por ejemplo, el metal), simbolizando la purificación. La destrucción de Osiris por Seth puede verse como la destrucción alquímica de la materia impura antes de que sufra la transformación. Pero para lograrlo se requiere el poder y el conocimiento de Isis, que posee los conocimientos mágicos para devolver la vida a Osiris.
La división del cuerpo de Osiris en doce partes está conectada mitológica y simbólicamente con la antigua percepción egipcia del mundo, el tiempo y los ciclos. Al dividir el cuerpo de Osiris en partes, Seth intentó impedir su resurrección y destruir la idea misma de renacimiento, con la que se asociaba a Osiris.
El número doce es simbólico y polisémico, tiene varios significados. En primer lugar es el significado cósmico y espacial del macrocosmos, representando doce niveles del espacio. La división de Osiris en doce partes también simbolizaba el control de Seth sobre el tiempo, su deseo de destruir la permanencia y el orden. La asociación con doce dioses o poderes apunta a las ideas descritas en los mitos egipcios, que a menudo se referían a grupos de doce deidades o espíritus que representaban diferentes aspectos del universo y la vida. Seth dividió el cuerpo de Osiris como forma de provocar un conflicto entre estas fuerzas para que no pudieran revivirlo.
Tras la muerte y la destrucción, Osiris es resucitado por Isis. Esta acción se considera un acto de «fusión pura» en la alquimia, resultado del reciclaje y la purificación, que conduce a la creación de la piedra filosofal o cuerpo perfecto. Isis, símbolo de fuerza interior, apoyo y conocimiento alquímico, ayuda a Osiris a través de los complejos procesos de transformación y a mantener el orden de Maat. La magia de Isis y la transformación de Osiris a través de la muerte y el renacimiento personifican el triunfo de la armonía y el orden necesarios para restaurar la totalidad.
Si Osiris se convirtió en el arquetipo del dios resucitador que experimenta la muerte y el renacimiento, Isis es en esta historia la guía y el elemento de apoyo de las distintas etapas de transformación. Su papel va más allá de la mera transformación material y está vinculado a procesos interiores en los que las transformaciones alquímicas permiten superar las propias limitaciones, purificar, restaurar y refinar la propia naturaleza. La imagen de Isis personifica el conocimiento alquímico de la gran obra, la capacidad de transformar la sustancia «turbia» en «dorada».
La imagen de Isis en su totalidad se convirtió en una de las fórmulas mágicas más poderosas del antiguo Egipto. Según la leyenda, Isis posee grandes poderes mágicos, gracias a los cuales puede curar y resucitar a los muertos, proteger contra el mal y restaurar la vitalidad. El poder de Isis, incluido el poder de la magia de las palabras Hekau, desempeña un enorme papel en el proceso de mantenimiento del equilibrio y la armonía del mundo.