La búsqueda de la felicidad
Todos buscan la felicidad en sus relaciones. Todo el mundo la busca, dado que la desean. Todos quieren la felicidad, porque por la felicidad no se paga. A eso la gente dedica toda su vida desarrollando en sí la esperanza y el deseo de felicidad. Pero nadie piensa en que la felicidad tiene precio y antes de eso deben comprender cuál es el costo.
¿Cómo se puede tener felicidad sin participar en su cognición y desarrollo? Sin conocer la felicidad nos imponemos a nosotros mismos y a los demás nuestra imaginación sobre ella, convirtiendo la felicidad en una fe en la felicidad. Sólo estando en la realidad de la propia existencia se pueden plantear condiciones para uno mismo y para aquello que expresa la felicidad. Pero la realidad de esto necesita ser trabajada todos los días.
La realidad es qué energía nos llena y cómo podemos gestionarla. La realidad es una condición de comunicación con el propio espíritu. Solo estando en comunicación con tu espíritu, puedes hablar de cierta satisfacción con tu estadía aquí.
La felicidad es estar en el proceso de crearte a ti mismo, cuando la comunicación con tu espíritu se convierte en una creación superior. Y por mucho que declaremos espiritualidad, esto no es ni siquiera una declaración de intención, sino solo irritación por el hecho de que cuando hablamos del espíritu, hacemos unos intentos irracionales por percibirlo.
Es imposible hablar de la felicidad mientras se declara por condiciones externas, ya que esta condición es interna. En la imposición de la felicidad, las personas han comenzado a exterminarse entre sí durante mucho tiempo, y esto es un hecho. Pero hay otro dado, cuando una persona se destruye a sí misma. Y esto sucede de manera muy simple: basta con rebajar, simplificar, nivelar las funciones de nuestra conciencia para llevar la felicidad a una actitud consumista: estoy feliz porque me emborraché; estoy feliz porque tengo poder sobre otra persona; estoy feliz porque tengo muchas cosas que no están a la altura de mis esfuerzos. Hoy en día la felicidad es la explotación y el consumo no sólo del hombre por el hombre, sino también del espacio.
¿Cuántas personas son felices porque encuentran la felicidad en el desarrollo de sí mismas, de su cerebro? ¡Unas cuantas! Y no son entendidos por los demás por una simple razón: si uno no desarrolla su cerebro, no desarrolla el pensamiento, está limitado en la comprensión, las reacciones y la percepción del mundo que lo rodea. ¿Cómo podemos conectarnos con nuestro espíritu si no estamos conectados con nuestro cerebro?
Mientras permanezcamos en la búsqueda de algo externo, no solo nos alejaremos más y más de lo interno, sino que también nos alejaremos de la comprensión física de la satisfacción, de la conciencia de por qué y para qué estamos aquí.
Al mismo tiempo, simplificamos la percepción del mundo y nuestra participación en él. No somos capaces de tener una opinión y defenderla, porque necesitamos energía y capacidad para gestionarla. A esto se suma la necesidad de limpiarse constantemente de desechos psicológicos y energéticos.
Al purificarnos, purgamos el espacio. Sin esto, alimentamos la preocupación y la ansiedad y eventualmente desarrollamos miedo. Esto se convierte en la base de la existencia y, al mismo tiempo, en el ímpetu de la destrucción. Cualquier acción agresiva, incluso a nivel de pensamiento, nos convierte en destructores y no en creadores. En cualquier búsqueda, es importante primero encontrarse a uno mismo, y para ello debe comprender las herramientas que ayudan a resolver este problema.
18 marzo 2022